Tai Chi Chuan: su origen y efectos
El Tai-Chi, originariamente tai-chi-chuan, se puede traducir por el “camino supremo del puño” aunque es muy conocido por “la medicina en movimiento”. Inicialmente se creó como un arte marcial, pero actualmente se concibe como un ejercicio con el que mejorar el estado de salud físico y mental.
Se basa en una sucesión de movimientos circulares, lentos y armoniosos, que se coordinan con la respiración. Se conoce en Oriente desde hace siglos, sobre todo China, Japón y Corea, donde se practica a cualquier hora y al aire libre, por gentes de todas las edades.
Hay varias escuelas o estilos, siendo los más conocidos en nuestra cultura, el Yang, Chen y Wu, regidos por unos principios comunes basados en la relajación, movimiento y armonía, continuidad y coordinación, así como la respiración. Ésta, diafragmática, ayuda a la relajación corporal y mental, y con ello se alcanza la armonía necesaria. Todas estas acciones producen un masaje reflejo sobre los órganos digestivos y aumentan la capacidad pulmonar, así como la circulación sanguínea.
Casi todos los ejercicios se realizan de pie, con la participación de manos, dedos, brazos, piernas, espalda y cabeza.
El Tai-chi no necesita una resistencia física especial, pero sí necesita de paciencia y tesón. Al actuar sobre el sistema nervioso, la relajación física y mental, así como la flexibilidad corporal conseguida, se agradecen enormemente. Más allá de unos simples ejercicios físicos, el Tai-chi logra mantener un control sobre la salud mental y espiritual. Incluso a las mujeres embarazadas les puede ayudar para la relajación y concentración, tan necesaria para el momento del parto.
Fuente: Revista Hola, LifeStyle
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